Aún recuerdo cuando empezaba a comprar mi ropa interior de mujer. Siendo hombre y tan joven, con apenas 14 años, lo más fácil para mi era entrar al supermercado, perderme por los pasillos y casualmente toparme con la sección de lencería. No voy a mentir, muchas veces me sentí nervioso e inseguro, sin embargo, iba en horarios de poca concurrencia, para que no me vieran como elijo las panties. Esa mezcla de sensaciones, entre pena, nerviosismo, excitación hacia que no eligiera bien las prendas, a veces muy chicas, otras muy grandes, estilos que no me gustaban etc. Poco a poco fuí perdiendo el miedo y pena, la práctica hace al maestro.